
"El Descindimiento" del pintor flamenco Roger van der Wayden. Pintado en 1436, perteneciente al gótico flamenco. Es un óleo sobre tabla y se puede ir a contemplar al Museo del Prado.
Es la primera obra que pongo porque es una de mis favoritas de toda la historia del arte. Aunque todo lo pintado durante el gótico (exceptuando esta obra y el gran "Jardín de las Delicias" de El Bosco) no me atrae mucho.
Como anécdota, decir que cuando hace unos meses visité El Prado por primera vez en mi vida (había estado cinquentamil veces en la puerta, pero por una cosa u otra nunca pude entrar), fue una de las obras que más me puso los pelos de punta. E incluso, antes de irnos, volví al sítio donde estaba para volverla a ver.
La obra me transmite un sinfín de emociones. Para empezar, tanto la composición como el colorido me impacta. La adaptación que sufre la obra al marco la hace más maravillosa...
Los simbolismos son lo mejor: la calavera abajo, que simboliza el pecado de Adán; el bote de perfume que sostiene María Magdalena; la representación de los donantes (los del gremio del tejido, que se nota, más que nada, por la riqueza de los ropajes poco frecuentes en la gente humilde de la que se supone que venía Cristo y sus familiares).
Roger vuelve al fondo dorado del que se habían desprendido los flamencos, ajenos a las influencias bizantinas. Sin embargo, sí existe la perspectiva (bien realizada) y la profundidad (los personajes están superpuestos en planos).
Como ya he dicho, la composición es genial: tres figuras a cada lado en forma triangular; Cristo y la Virgen en postura idéntica; y la cruz, el ángel y José de Arimatea ocupan el plano central.
Recomiendo estarse por lo menos die minutos delante de la genial obra, si es posible, en vivo. Si se sabe extraer la profundidad de la obra, transmite pasiones que ponen los pelos de punta. Lo ideal es observarla escuchando alguna pieza de Bethoveen (la 9ª Sinfonía es la más propia).
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